“El violín era parte de su vida. Nunca lo abandonó. No pasó día sin que tocara algo de música. Le gustaba que lo escucharan. Cuando se sentía inspirado improvisaba, y si le salía algo lindo lo escribía o lo grababa. Nada cuidó con tanto esmero como el violín: lo limpiaba, lo lustraba. Tenía varios violines y una viola. Muchos años después se dedicó también a construirlos, y para ello hasta se fabricó sus propias herramientas” (Dora Ivniski, en el libro Naum Kreiman, la parapsicología y la ciencia).

 


“Una vez formé parte de una orquesta de la tercera edad, tocando el violín. Esta orquesta duró unos meses y se disolvió”. (...) Escribí música, canciones para niños. Di un concierto de violín en una fiesta del curso de música del mismo Programa. Actualmente a veces compongo algunas frases musicales. Podría hacer un concierto si quisiera tomarme el tiempo” (Naum Kreiman, en el libro Naum Kreiman, la parapsicología y la ciencia).


Naum Kreiman, posando delante de su biblioteca.


“Por aquella época dorada, los domingos marcaban un ritmo distinto. El día empezaba temprano. Cuando nos levantábamos ya había llegado el diario. Uno de nosotros iba a la panadería a comprar pan y factura. Antes de las diez ya estábamos instalados los cinco, desplegando cada uno la parte del diario que le había tocado leer primero y que después intercambiaría con los demás” (Dora Ivniski, en el libro Naum Kreiman, la parapsicología y la ciencia).


Dora Ivniski, en el centro, durante una reunión familiar.


“El 29 de junio [de 2003] asistimos a la fiesta que dio mi hermano para celebrar sus cincuenta años de matrimonio, y de esa fiesta me ha quedado la que sería su última foto. En ella se lo ve radiante, nadie diría que sólo le quedaba un mes de vida” (Dora Ivniski, en el libro Naum Kreiman, la parapsicología y la ciencia).

Dora Ivniski y Naum Kreiman, sentados a la derecha.


“Sin embargo, él presintió el fin de sus días desde algún tiempo antes. Le preocupaba no tener tiempo de despedirse. Un día me dijo ‘quiero despedirme de vos’. Le dije ‘está bien, vamos a despedirnos’, entonces nos abrazamos muy fuerte, y aunque después seguimos haciendo nuestras cosas, ésa fue la verdadera despedida” (Dora Ivniski, en el libro Naum Kreiman, la parapsicología y la ciencia).